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Situada en el mes de noviembre de 2019, Blade Runner relataba la forma en que Harrison Ford, personalizando a un detective, recibía el encargo de eliminar por completo a una banda de androides que se habían vuelto asesinos. Esta tarea debía desarrollarse en la ciudad de Los Ángeles, pero en un Los Ángeles muy diferente al actual: completamente contaminado, multicultural y cochambroso.

Blade Runner, realista y avanzado

 

Muchos de los elementos que se presentan en la película como futuristas ya existen en la actualidad. Algunos de ellos son los asistentes virtuales, las cerraduras inteligentes, las videollamadas, las pantallas gigantes empleadas para publicidad, el control biométrico, los sistemas de videovigilancia, entre otros.

No obstante, hay otros elementos mostrados en la película que aún no existen o, por lo menos, no se han materializado. Estos son los automóviles voladores, los recuerdos implantables, las colonias especiales, los secadores de pelo rápidos y los androides que, en su forma corporal, son prácticamente indiferenciables de los seres humanos de carne y hueso.

Además de lo mencionado con anterioridad, el 2019 se retira dejando avances tecnológicos que no han podido ser anticipados por las mentes productoras de Blade Runner: los drones, los ordenadores portátiles, Internet, el declive inminente de la industria nuclear, entre otros.

Por todo esto, podemos decir que el éxito Blade Runner acertó a medias la situación que se viviría en esta época. Esto puede deberse a que la historia se desarrollaba en un horizonte de tiempo que resultaba ciertamente próximo.

Escenarios futuristas

 

Claramente, Blade Runner no es la única trama que se ha emplazado en un futuro próximo y cuyas previsiones no han llegado a cumplirse con exactitud. Ha sucedido, por ejemplo, también con 12 Monos, de Terry Gilliam, donde se preveía una pandemia mortífera. Otro caso es el holocausto atómico que se proyectaba para 1964 en La Hora Final, de Stanley Kramer. Se trata de escenarios completamente apocalípticos que no se han concretado.

Cabe aclarar que la clave de ese manejo de las cronologías y de esa elección de fechas responde a lógicas que son absolutamente comerciales. Se sabe que mientras más cercano pueda percibirse el escenario que se presenta en pantalla, mayor interés despertará en la audiencia, lo que puede convertir a estas creaciones en grandes éxitos.

La realidad es que no se puede decir que la ciencia ficción haya acertado en la mayor parte de las veces, especialmente si se comparan sus predicciones con lo que se ha dado efectivamente con el paso del tiempo. Tanto los fracasos como los aciertos responden a una pauta predictiva que tiene que ver con la extrapolación de tecnologías emergentes y de tendencias. En otras palabras, para inspirarse en sus historias, lo que hacen los autores es observar fenómenos y determinados hallazgos científicos observables que se desarrollan en su presente. A partir de ese punto es que se permiten vislumbrar el que será su desarrollo futuro.

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